8.0 ★★★★★★★★☆☆ (33)
8.0 ★★★★★★★★☆☆ (33)
Lo elegimos porque es de esos tintos que gustan a todos, pero no se parecen a cualquiera. Su fruta salta de la copa, es elegante sin ser serio, y tiene ese punto sedoso que lo hace ideal para una comida sin prisas. Nos encanta su equilibrio entre tradición y frescura. Un Rioja que se disfruta desde el primer trago hasta el último brindis.
Variedad: 85% Tempranillo, 15% Graciano
Alcohol: 14.5%
Zona: D.O.Ca. Rioja (Zona Alta - Valle del Cidacos)
Altitud del viñedo: 600 m
Suelo: Arcillo-calcáreo y pedregoso
Elaboración: Maceración en frío, fermentación con levaduras autóctonas, crianza de 12-14 meses en roble francés y húngaro. Reposo de 6 meses en botella.
Temperatura de servicio: 16–18 ºC
Vista: Intenso rojo cereza oscuro con tonos granates.
Nariz: Aromas a frutos rojos y negros, con notas especiadas y un toque balsámico.
Boca: Completo, redondo y untuoso. Muy elegante, con taninos finos y persistencia sedosa.
Patatas a la riojana: El pimentón y el chorizo encuentran armonía con las notas especiadas del vino, mientras que su frescura equilibra la intensidad del plato.
Carrilleras de cerdo al vino tinto: La textura untuosa del plato se funde con los taninos suaves del crianza, y su fruta negra acompaña el fondo de la cocción.
Pechuga de pato con reducción de frutos rojos: La acidez del vino resalta los frutos del plato, y su elegancia complementa la carne magra sin opacarla.
Ravioles de ricotta y espinaca con manteca de salvia: La suavidad del vino se adapta al relleno cremoso, mientras que las notas balsámicas hacen eco del perfume herbal de la salvia.
Queso Idiazábal semicurado: Su estructura redonda y su final persistente acompañan bien el ahumado del queso, sin sobrepasarlo.
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