La localidad elegida fue San Román de Hornija, una zona por la que la filoxera nunca pasó. La Tinta de Toro de sus viñas fue la uva que cautivió a Enriqueta y a Diego Alfredo, y decidieron que éste enclave histórico debía ser el lugar en el que desarrollar su proyecto.
Sus vides son de la naturaleza más diversa: los viñedos centenarios se entremezclan con otro más jóvenes, de 40 años; los suelos arenosos y los cantos rodados cobijan sus raíces y sus exposiciones y sus alturas también son de lo más diversas.
Así se consigue un control total sobre la definición de los que serán los vinos de la casa: con una paleta de colores amplia para dar luz a los mejores vinos.