Este vino Merlot de Yecla, Murcia, realmente te va a sorprender con su suavidad y su rica frutalidad, ideal para esas noches de pizza o tapas con la pandilla. Su color rojo rubí con esos destellos violetas te invita a descubrir más, y al acercarlo a la nariz, te encuentras con un bouquet de cerezas y ciruelas, con un toque de caramelo y algo de tostado que simplemente seduce.
Lo que me encanta de este Merlot es cómo logra ser accesible sin perder ese toque elegante; es un vino joven, fresco, con taninos que son redondos como las historias que compartirás alrededor de una mesa llena de amigos.
Y para hablar de maridajes, aquí te dejo unas ideas que lo complementan a la perfección: desde un cordero asado que realza su carácter, hasta una simple pizza con jamón y hongos que hacen eco de sus notas frutales. O, ¿por qué no? unas pastas con salsa de tomate para una noche de sábado relajada.
En resumen, este Merlot no solo es una opción genial para cualquier reunión casual, sino que también tiene ese carácter jovial que lo hace perfecto para disfrutarlo ya, sin complicaciones. Es el vino que escogerías para disfrutar sin prisas y capturando los momentos especiales.
Variedades: 100% Merlot, famosa por su accesibilidad y suavidad.
Localización: Proveniente de Yecla, Murcia, España, una región conocida por la calidad de sus Merlots.
Elaboración: Para elaborar este vino y mantener su tipicidad, frescura y carácter, la fermentación y maloláctica se manejan en simultáneo y con controles de temperatura que no superan los 22°C. Este proceso es innovador con una maceración corta por solo 5 días, para posteriormente ser embotellado.
Temperatura de servicio: Se recomienda una temperatura de 15°C a 16°C para maximizar su perfil aromático y gustativo.
Vista: Color rojo rubí intenso con reflejos violetas, limpio y brillante.
Nariz: Aroma predominante a frutos rojos como cerezas y ciruelas, con un toque de caramelo y un fondo ligeramente tostado.
Boca: En paladar, presenta una intensidad media, acidez equilibrada, taninos suaves y redondos, con un final placentero y fácil de beber.
Bodegas La Purísima, ubicada en la región de Yecla, es una bodega que combina tradición e innovación en su enfoque hacia la vinificación. Con 3325 hectáreas de viñedos, que representan aproximadamente el 60% de la extensión de la D.O. Yecla, la bodega se destaca en la producción de vinos de calidad. Entre sus viñedos, más de 100 hectáreas son de viñedos de Pie Franco de Monastrell, una variedad autóctona que ha crecido en la tierra de forma natural, reflejando la esencia de su terruño. Además de Monastrell, también cultivan variedades como Airén, Tempranillo, Merlot, Cabernet Sauvignon y Syrah.
La Purísima mantiene la tradición y calidad de sus vinos a través de técnicas de selección masal, en las que los agricultores seleccionan personalmente las cepas para plantar nuevas vides. Este enfoque refleja un compromiso con la continuidad de las prácticas tradicionales y la calidad de sus vinos.
En línea con su compromiso con la sostenibilidad, Bodegas La Purísima también se dedica a la agricultura ecológica, evitando el uso de productos químicos tóxicos, abonos, pesticidas y herbicidas. Este enfoque ecológico se refleja en vinos como Old Hands Roble y Joven, ambos elaborados con uvas procedentes de agricultura ecológica y certificados por el Consejo de la Agricultura Ecológica de la Región de Murcia.
El equipo de la bodega se dedica a elaborar los mejores vinos de Yecla, lo cual se refleja en el prestigio y los numerosos premios nacionales e internacionales que han obtenido.
La D.O. Yecla, donde se sitúan los viñedos de Bodegas La Purísima, se encuentra en el Altiplano Murciano, a una altitud que varía entre los 500 y 900 metros. Esta región es conocida por su diversidad orográfica, con sierras orientadas de noreste a sureste y suelos originados principalmente a partir de sedimentos del plioceno. Estos suelos básicos, con un pH medio de 8 y bajos en materia orgánica, limitan el vigor de la viña, lo que resulta en vinos concentrados.
El clima en Yecla es de tipo continental seco, caracterizado por veranos muy cálidos, con temperaturas que pueden alcanzar los 39ºC, e inviernos fríos, con temperaturas que llegan a -10ºC. Las precipitaciones son escasas y se concentran principalmente en primavera y otoño. Este clima da origen a vinos con carácter, color y sabor intensos
El terroir de Yecla, donde se encuentran los viñedos de Bodegas La Purísima, influye significativamente en las características de sus vinos, aportando cualidades únicas que son el resultado de la interacción entre el clima, el suelo y las variedades de uva cultivadas.
Clima Continental Seco: El clima de Yecla, con veranos calurosos y secos e inviernos fríos, contribuye a un ciclo de crecimiento de la vid intenso. En verano, las altas temperaturas y la escasez de lluvias concentran los azúcares y los compuestos aromáticos en las uvas, mientras que las noches frías ayudan a preservar la acidez. Esto resulta en vinos con sabores intensos y bien definidos, un equilibrio de dulzura y acidez, y un alto contenido alcohólico.
Suelos Básicos y Pobres: Los suelos de la región, con un pH básico y bajos en materia orgánica, limitan el vigor de la vid. Esto conduce a un menor rendimiento por viña, pero las uvas que se producen son de mayor calidad, con una mayor concentración de sabores, color y taninos. Los vinos resultantes suelen ser más estructurados y con mayor potencial de envejecimiento.
Variedades de Uva Adaptadas: La Monastrell, la variedad estrella de Yecla, se adapta excepcionalmente bien a este clima y suelo. Soporta el calor y la sequía, lo que da como resultado vinos con un fuerte carácter varietal, ricos en color y con sabores intensos de frutas maduras. La presencia de viñedos viejos de Monastrell de Pie Franco añade una dimensión de complejidad y profundidad a estos vinos.
Otras Variedades Cultivadas: Además de la Monastrell, la presencia de variedades como Syrah, Tempranillo, Airén, Cabernet Sauvignon, entre otras, permite a Bodegas La Purísima ofrecer una amplia gama de vinos. Cada variedad aporta sus características distintivas, lo que permite crear vinos con perfiles únicos. Por ejemplo, el Syrah aporta notas especiadas y de frutos negros, mientras que el Tempranillo ofrece sabores más terrosos y de frutos rojos.